Fue una ruta muy importante para mí. Recuerdo el terror que sentí al ver la montaña desde abajo y pensar que no podía, que no sería capaz. Recuerdo empezar a subir y darme ánimo y respeto por dentro. Confianza en mí. Recuerdo desde la cima ver las nubes literalmente debajo de mí y ver en la mañana el sol nacer y pensar, lo logré. Luego recuerdo la bajada que me hizo temblar las piernas de pavor al vacío y aún así arrastrada por las rocas seguí adelante. La montaña es la vida. Un día en el top, otro día en el sub y ambos lugares, una escuela.

Lo primero que intenté fue tocarte para curarte con mis manos.

Lo segundo fue hacerte reir para que por segundos olvidaras todo, no funcionó.

Lo tercero fue mirarte para grabar tu rostro en mi memoria porque muy dentro de mí  sabía que no te volvería a ver.

No hubo un cuarto intento de nada, me dedique a solo mirarte, volví a tocarte, volví a intentar hacerte reir.

No pude decir nada, tampoco tú. Entendí como se siente un nudo en la garganta y un verdadero corazón roto.

Contigo llevaste la mitad de mi corazón, en tu maleta cargaste el corazón de mucha gente.

Lo último que te dije fue un "te amo" que me costó pronunciar, el único que no respondiste.

El último intento fue despedirme con un abrazo; no se pudo porque tus brazos estaban caídos y guardados en ese feo cajón.