Las máscaras digitales se refieren a la transformación de nuestra identidad en las redes sociales, donde las personas a menudo modifican su rostro físico o personalidad para evitar revelar su verdadero yo. Este comportamiento surge del temor al juicio o a no cumplir con los estándares impuestos tanto por la plataforma digital como por la sociedad en general. 

Las máscaras virtuales, en este contexto, se presentan como representaciones cuidadosamente filtradas e idealizadas de la identidad. Están diseñadas para proyectarse en las redes sociales con el propósito de ocultar imperfecciones y construir una imagen perfeccionada. En esta práctica, la desconexión con la realidad va más allá de simplemente ocultar imperfecciones; implica la creación de una versión completamente alterada de la identidad.
Esto se representará a través de imágenes que retraten rostros parcialmente visibles, pero que deliberadamente introducen distorsiones, ya sea mediante glitches, píxeles u otros elementos digitales, impidiendo así una percepción clara y auténtica de la persona representada. Al distorsionar deliberadamente la imagen, se crea una barrera entre la persona y el que la ve, generando una versión idealizada que puede alejarse significativamente de la verdadera identidad.