El mundo está triste. Da vueltas como arrastrándose y hace más pesadas las horas, aunque sigan siendo veinticuatro. Hasta los rayos del sol se pintan un poquito de azul, como esa manta que te abriga (la que envidio). Incluso el café está frío, ya imaginarás la grosería que es empezar así el día, cariño.
Pero entonces pienso, tal vez soy yo la triste, la azul, la amarga y helada. Porque cielo es siempre cielo y el sol siempre da calor. Pero de dónde tomo la arena tibia cuando no estás. Dónde me guardo los “te quiero, ven pronto”, y es que mis bolsillos ya están rotos. No vaya a ser que se me escapen y te alcancen. Lo lamentaría. Lo lamentaría tanto porque estarían a tu lado y no me han llevado.
El mundo está triste. El invierno. Las noches con estrellas que lucen menos brillantes. Y te echo de menos. Probablemente todo lo anterior también (mundo, invierno, estrellas).
