Crónica sobre la Plazuela de Las Aguas en Bogotá, donde se encuentra el monumento a Policarpa Salavarrieta, conocida como "La Pola".

Las Policarpas

En el barrio las Aguas, entre la Universidad de los Andes y la del Rosario, a unos cuantos pasos de la estación de Transmilenio “Universidades”, se encuentra el monumento a la heroína más emblemática de Colombia, Policarpa Salavarrieta. Qué mejor espacio para inmortalizar a una jovencita que murió fusilada a la temprana edad de 23 años, que en donde día a día centenares de jóvenes se reúnen con sus amigos, ríen, festejan y  se divierten. La celebración de la juventud capitalina nunca para en este barrio. Sería hermoso decir que estos festejan en honor a la heroína, que sus actos siguen tocando a la juventud, a pesar del pasar del tiempo; que su sacrificio aún vive y palpita con tal vigor dentro de estos jóvenes. Pero esto no es así. Su encuentro ha sido por la otra “pola”.

La Policarpa de metal se encuentra rodeada por decenas de cigarrerías y bares, que con sus rockolas y bajos precios atrapan a los universitarios y no los sueltan hasta que su cuerpo les implore no beber más o hasta que su billetera les grite que guarden algo para el Transmilenio, lo que pase primero. En estos locales, el espiritu de rebeldia aun se palpita, como se ve en sus zonas más recónditas donde se sientan los más jóvenes para ocultarse de la ley, como lo hizo Policarpa al irse de su natal Guaduas a Santa fé.

Poco a poco se empiezan a acercar las diferentes policarpas que coexisten en esta zona. Los jóvenes entran eufóricos a los bares, y como no estarlo, si con una Policarpa de tinta y algodón les alcanza para comprar 5 “Polas”. Trueque inmejorable, 5 por el precio de una. Cómo no emocionarse si la música es tan crossover que puede pasar de “ni que fueras las más buena” a uno de los últimos éxitos de Maluma y terminar con “El Santo Cachón”, todo por dos moneditas de 200. Imagínense cuántas canciones se podrían poner con una Policarpa. Ningún gusto musical estaría excluido, aquí todos los jóvenes estarían bienvenidos.

La juventud capitalina de este zona tiene en todo su accionar alguna “pola”, sean o no conscientes de ello. La heroína se ha impregnado en sus vidas, en pequeña medida por el tradicional monumento y en gran medida gracias a un audaz ejecutivo de Bavaria que pensó sensato homenajear a una heroína con una cerveza. Homenaje que carece de elegancia ¿conmemorar a una heroína con una bebida alcohólica? Pero, le guste al que le guste, hizo lo que ninguna estatua de “La Pola” estuvo ni cerca de hacer.
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